#9 Volver al pogo
La módica historia de ascenso, caída y regreso triunfal de Chau Pekín, una banda emblemática de mi adolescencia que encontró su refugio en un lugar preciso: los majanot.
Esta nota viene con disclaimer. Va a estar llena de palabras hebreas, a las que les pondremos notas al pie para que nos puedan seguir quienes no manejen la lengua de Eliezer Ben-Yehuda. Las tenemos que dejar en hebreo porque en la tnuá1 eran esas las palabras que nombraban las cosas, los lugares, los roles, las actividades y los momentos. No era que estábamos traduciendo: eran esas. Las usábamos como si fueran palabras del castellano pero muy técnicas, propias de nuestro habitus, como diría el Pedro Bourdieu.
Pero primero, un contexto. Buenos Aires, siglo XXI. Pre y pos Cromañón.
Chau Pekín nace como una banda que hace esa mezcla de rock, reggae, punk y ska que cunde como el pánico por ese entonces. Yo, adolescente, era muy fan. Fan desde que no se llamaban Chau Pekín, sino LaBaina. Iba a los ensayos como quien va a recitales. Hasta subí a cantar una vez —mi momento de gloria— al escenario de un sótano en la calle Scalabrini Ortiz. La canción era un cover de ese rap irónico de Manu Chao y Joaquín Sabina titulado “No soporto el rap”, que todavía me sé de memoria.
Y ahora, la revelación judía: a los chicos de Chaupe los conocía de la tnuá. No todos los miembros de la banda eran bogrim2, pero un poco la semilla había salido de ahí.
Diego —el cantante y compositor de la mayoría de las canciones— y Ari —el trompetista, que también cantaba a veces— habían migrado a Buenos Aires desde Mar del Plata, donde de chicos iban al ken3 Hagshamá4 de Habonim Dror5.
Macha (guitarra y voz), Coco (bajo), Lío (batería) y Marto (teclados) iban igual que yo al Mohadón HaNoar Nof-Esh6, ken porteño de la misma tnuá, que funcionaba en el Beit Igal Alón7 de la calle Aguirre, donde íbamos todos los viernes y sábados a hacer el kabalat shabat8, dar y tener peulot9, fumar a escondidas y todo eso. Retengan esta info: no es sólo anécdota.
Chau Pekín existió como banda en activo entre 2003 y 2017. Publicaron dos discos en formato CD —Las horas no pasan lentas (2009) y Algo está por salir mal (2016)—, tocaron en antros y también en La Trastienda, e hicieron la cortina musical de Metro y Medio, el programa de radio que conducía Sebastián Wainraich. Si no me equivoco, no llegaron a tocar en festivales. Supieron tener un público fiel, aunque moderado. Y quizás, cuando se separaron, estaban por dar el famoso salto. Pero bueno… la vida.
Yo había entrado a Nof-Esh a los once años, en 1998. Empecé a ir gracias a un amigo de la escuela, Eitu (juro que esta crónica no se iba a tratar de esto, pero la realidad se impone). Estábamos en quinto grado, y mis papás me insistían para que tuviera un plan los sábados: en realidad imaginaban que iba a ir a “los grupos” de Hebraica, como habían hecho ellos en su juventud (porque antes no iba cualquiera a Hebraica), donde se conocieron y enamoraron para eventualmente engendrar niños judíos.
Cuestión que probé los mentados grupos, pero no me hallé entre los chetos. Y ahí fue que Eitu me invitó a Nof-Esh, para mí una versión más terrenal —y canchera— de lo mismo.
Todos los sábados a la mañana nos subíamos a un micro escolar y nos íbamos a pasar el día a Ramat Shalom10, una escuela/quinta en Ramos Mejía donde creo que hoy hay un supermercado Coto. Teníamos una kvutzá11, madrijim12, y entre las peulot había un tiempo libre a la hora de la siesta llamado menujá13, durante el cual los más grandes ponían música con un parlante gigante.
La Renga, Kapanga, Bersuit. Los majanot14 (dos por año) también eran instancia de escucha: el despertador general era siempre un tema al palo, como “El Universal”, por ejemplo, o “Venganza de los muertos pobres”. En 1998, de hecho, muchas veces el que ponía música era Iao, el hermano mayor de Eitu —pero juro que esta crónica no se iba a tratar de eso, de lo que quiero hablar es de la música—.
Con los años, empezaron a sonar otras bandas: La Vela Puerca, Árbol. Eventualmente, ya bogrim nosotros, elegíamos la música. Sumamos a Los Tipitos al canon, y alguna otra banda que ahora no recuerdo. Corte a negro.
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La tnuá (todas las tnuot, supongo) se basa en el recambio generacional: es un poco la gracia. A mí me gustaba la idea de que por eso se llamaba tnuá (movimiento): porque cuando uno llegaba a los 21, se iba, y le dejaba la posta a los más jóvenes. También les dejamos los parlantes.
Y entonces, empezó a sonar Chau Pekín. En las menujot, en los majanot, los chicos escuchaban “Mientras” en lugar de “El viejo”. Y además de saberse las letras, existía el mito: esos que suenan antes estuvieron acá.
Eventualmente la banda se separó, pero en la tnuá siguió sonando. Así se formó una generación de fans de una banda que no existía más. Un nicho muy preciso: chicos y chicas nacidos en 2010 que se sabían las canciones de una banda muy específica que nunca vieron. Como yo de chico me sabía las letras de Libertinaje o Chapusongs.
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Finalmente, en 2025, los astros se alinearon, y a una camada de bogrim se les ocurrió invitar a los ex-Chaupe a revivir la banda, en un momento en que estaban lo suficientemente lejos de la experiencia del divorcio musical como para que volver a tocar les pareciera una buena idea. El recital fue en el majané, en Mar Azul, y para les pibis del campamento (janijimot15, sería el inclusivo en hebreo) fue sorpresa. Hay testigos que afirman que después, Diego se pasó 40 minutos firmando autógrafos.
Así nos cuenta su experiencia Martín Macha, en exclusiva para AJLA:
“Yo ya sabía que los chicos de Habonim Dror seguían escuchando Chau Pekín, y siempre me pareció muy loco. Yo particularmente, que fui madrij ahí, por un lado lo entiendo y por el otro no lo entiendo, o más bien es que me parece increíble. La parte que entiendo es la de la transmisión, de generación en generación. Entiendo cómo pasó. En los campamentos siempre escuchábamos muchas bandas. Quizá conocíamos bandas por estar en los campamentos o por compartir con el resto, pero generalmente eran muy conocidas en el resto del mundo, o sea, afuera de la tnuá. Y bueno, fue rarísimo llegar ahí y que nos conocieran como nosotros conocíamos esas bandas. Me parece increíble porque está encapsulado ahí. O sea, no es que hay otros chicos de esa edad —o no los conozco— que escuchen y les guste la banda. Capaz debe haber algunos, pero bueno, acá están todos juntos y les gusta mucho y se sabían todas las canciones”.
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Viernes, segundo turno, Club V, Villa Crespo.
Un grupo de jóvenes viejos nos preparamos para volver a ver y escuchar a Chau Pekín después de muchos años (¿quizás diez?), en un horario en el que la mayoría de nosotros ya no ve bandas.
Apenas empieza el recital (suenan al hilo “Me caigo”, “Romper el código” —un clásico de la primera época— y “Domingo”), me ato el buzo a la cintura y me sumo al pogo de los verdaderos jóvenes-jóvenes. Durante el resto del show me mantendré así: entrando y saliendo de un pogo que otros sostienen por mí.
Los nueve músicos (un ensamble de miembros de las varias formaciones que tuvieron) mantienen el ritmo de siempre, y lo dan todo por una hora y media. No sabemos si este es el comienzo de una nueva etapa para Chaupe o tan solo un breve revival, pero la banda suena en forma, como antes.
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Por último, un epílogo, necesario, porque como decía antes la realidad se impone.
Eitu no llegó a ver a la banda en vivo, porque hizo aliá16 en 2003, unos años después que su hermano Iao. Tal vez la vio en alguna visita de las pocas que hizo desde entonces. De todos modos, seguro estuvo al tanto de su ascenso y caída, porque él también tiene amigos en Chau Pekín.
Eitu y Iao fueron secuestrados por Hamas el 7 de octubre de 2023, de la casa del mayor en el kibutz Nir Oz. Iao fue liberado este año, el 15 de febrero.
Eitu sigue secuestrado, “por esas cosas incomprensibles de la política internacional”, como parafraseo de memoria que dijo Diego al dedicarle el tema “Circo de Batalla”. Es una canción que, confieso, siempre me había parecido un poco genérica en su diatriba antibelicista, pero ya no me lo parece.
Sigo (seguimos) esperando el cese al fuego en Gaza, y la liberación de todos los rehenes secuestrados por Hamas.
Tnuá: Movimiento. Es el apócope de tnuat toar, movimiento juvenil.
Bogrim, bogrot: Graduados. De la misma raíz de mebugarim, adultos. En la tnuá era la palabra que designaba a los que partir de los 16, o de cuarto año del secundario, dejaban de ser educandos para ser educadores.
Ken: Nido. En este caso, una sede. Nuestra tnuá tenía dos kenim (sedes) en Buenos Aires y después otras sedes en ciudades como Mar del Plata, Tucumán, Resistencia, Rosario, entre otras.
Hagshamá: Realización. Una palabra muy ondera en la tnuá, y también un eufemismo para referirse a la aliá (véase más abajo). Es además el nombre del ken marplatense de Habonim Dror.
Habonim Dror: Constructores de la Libertad. Movimiento juvenil judío sionista socialista kibutziano jalutziano, presente en gran parte de la diáspora. Su contraparte israelí se llama HaNoar HaOved VeHaLomed (la juventud que labura y estudia). Como todas las tnuot, basa su funcionamiento en la lógica de la educación no formal. La explicación más sencilla para un goy es que es como los Boy Scouts o los grupos de la parroquia, pero judíos. También se le puede decir “la secta”.
Mohadón HaNoar Nof-Esh: Club de la Juventud “Paisaje de Fuego”. Una de las dos sedes de Habonim Dror en Buenos Aires.
Beit Igal Alón: Casa Igal Alón (por el político y militar israelí del mismo nombre). Edificio sito en Aguirre 769, Ciudad de Buenos Aires, que no se sabe bien a quién pertenece (se discute si a la AMIA o al TAKAM) y que permanece tristemente clausurado y abandonado.
Kabalat Shabat: Recibimiento del sábado. Otro día te cuento.
Peulot: Actividades. En este caso, actividades educativas no formales, usualmente guiadas por madrijim (véase abajo).
Ramat Shalom: Alturas de la Paz.
Kvutzá: Grupo.
Madrijim: Coordinadores de grupos, que antes eran janijimot hasta que tuvieron su coming of age.
Menujá: Descanso.
Majanot: Campamentos.
Janijim, janijot, janijimot: Educandos.
Aliá: Ascenso. Dícese de la migración de una persona judía desde la diáspora hacia Israel.